- Es que a mi mujer le pilló el crecimiento debajo de la fregadera.
El eco de las carcajadas resonó durante algunos minutos en el ambiente caluroso y agradable de la salita de estar. Habíamos llegado al postre después de una opípara comida, algo así como dos horas y cuarto y mitad de primeros y segundos platos, a cual más sabroso, prácticamente a la altura de un buen restaurante condecorado con alguna estrella Michelin.
Cumplíamos una tradición arraigada ya hacía algunos años, reunirnos en casa del tío Felipe y de la tía Anita el “… Sigue nadando...